lunes, 25 de octubre de 2010

Hadas


Hoy, revisando el blog de moda http://theclothes.blogspot.com/ me encontré con una serie de fotos colgadas en la página del Field Museum, de Estados Unidos. Retratan a unos niños vestidos como flores, circa 1902, y no pude dejar de maravillarme con esas tomas, tan oníricas gracias a la técnica del coloreado. Me recordaron a un bellísimo libro de ilustraciones de Brian Froud y Alan Lee que engalanan mi biblioteca hace añares, en el que con maestría imaginan a las hadas y duendes de la mitología británica. Algún día, si este intento de retomar la blogósfera persiste, subiré algunos de esos dibujos.
La mezcla de edad victoriana, hadas y niños también me ha hecho recordar ahora a una película que ví también hace muchos años: "Fotografiando a las hadas", basada en una historia real (o la recreación ficticia de un evento que real), en la que dos niñas de la campiña inglesa dicen poder ver a dicha clase de seres fantásticos, aduciendo como prueba de ello unas fotografías que pudieron sacarles. Estas las hacen famosas en todo el Reino Unido, llenándose su pequeña morada de periodistas que buscan desesperadamente la noticia, visitándolas incluso Sir Arthur Conan Doyle, un ferviente creyente en las hadas y espíritus. En mi recuerdo era una linda película, que conjugaba uno de mis berretines preferidos: fantasía, Inglaterra y era victoriana, en la línea de la magistral "El Jardín Secreto".
La foto de arriba es francamente la que más me gustó de todas, da la sensación que la toma fue espontánea, sin pose previa. Como si la mariposa-niña-hada se estuviera dando a la fuga al ver a los seres humanos que visitan el parque. Simplemente bellísima. Les dejo algunas más, y para ver el resto de la colección, vayan a http://www.flickr.com/photos/field_museum_library/sets/72157616144861951/.





jueves, 18 de febrero de 2010

Buscando lo bello

Todavía estoy somnolienta, lo cual quizás explique esta loca idea que me visitó mientas intentaba despertarme. ¿Por qué un blog? ¿Por qué no? Me invade una voracidad inédita de dejar registro de las pequeñas cosas que me maravillan cotidianamente, de las que hacen que el mundo (o mi paso por él) sea un poco más agradable, más luminoso. Porque a pesar de las opiniones de los pesimistas y los mesiánicos (que en algo parecen coincidir, después de todo), quiero seguir creyendo que nuestra realidad es capaz de brindarnos resquicios de belleza, de alegría: una canción, el reflejo del sol sobre la copa de un árbol, aquel vestido, el perfume de este té que espera enfriarse mientras tipeo estas palabras...
Debo confesar que este no es mi primer coqueteo con la blogesfera, hace un par de años intenté parir un mamarracho que sólo duró un par de posts, el tiempo exacto en el que me ganó el aburrimiento o la dispersión, o ambos a la vez. Ojalá que no sea ese el destino de esto que hoy ve la luz, pero tampoco pondré muchas expectativas, intentaré tomarlo como un pasatiempo y una forma, en fin, de convencerme que puedo ser constante con algo que no sea mi trabajo. ¿Habrá quien lea estas palabras? Seguramente los amigos de siempre, que quizás se alegren de que esta servidora deje de atosigarlos con sus comentarios porque ahora tiene un espacio donde decantar su verborragia, donde subir los fragmentos de lo bello que va encontrando por ahí, dispersos entre los desperdicios de la realidad.